Algunas ideas sobre 'La escritura quedó aquí' de Braulio Paz
RESEÑAPOESÍA
Paula Bruce
12/18/20235 min read


Reseña de La escritura quedó aquí.
Fecha de publicación: Agosto, 2023.
Editado por La Balanza Taller Editorial.
12.5 x 17.5 cm / 52 páginas / 35 soles
Diseño: Fernando Nureña / Dirección: Luis Alberto Castillo
Lentes gruesos,
a diferencia de meter un gol.
Este libro nos sitúa ante una escritura escéptica de las construcciones que utiliza, escéptica de la posibilidad de estar siendo asimilada por su propio lenguaje. Una escritura que, harta del contrapunto y de entregarse solamente al empuje de dos opuestos, evolucionó en un estado de alerta ante las sensaciones de confort y re-confort. «La rama solo viene por el medio» escribe, como una especie de mantra que osa repetirse a través del libro.
Será esta la razón por la que la aproximación a la lectura es tan esquiva. Será porque rehúye instintivamente de las imágenes fijas, de las cosas que han sido puestas bajo un solo ángulo de luz. Quizá por costumbre, leemos poesía demasiado atados a los secretos que se nos han ocultado. Sobre todo, en ocasiones como este libro en donde nada se predica, anhelamos más que nunca lo que eventualmente vendrá, hará clic, arribará al punto b, a la solidez de un placer distinto. Y manteniendo a medio camino, el libro de Braulio tiene el efecto de revelar justamente, que en algún momento quisimos «sacar» algo que no sabemos cómo se llama. Y nos invita a pensar y juzgar la búsqueda y provecho de esa ganancia.
Quien escribe juzga la acción y los efectos de su escritura. Puesto que no es sino sí mismo quien vuelve sobre sus pasos, sobre la posición actual de los elementos, dicta que ya quedó aquí: ¿por qué un recorrido más en vano? Desde el proemio, se deslinda él del alabar(se) como oh poeta, cazador magnífico en el campo del lenguaje. Después va construyendo a través de los primeros poemas, la presencia de un conteo que no refieren a una escala específica, que no entendemos ni sensiblemente, que nos mantienen todavía volando, insertos en el gerundio subiendo. «Cuando 3, quizá 4 (…), cuando fui o espera…ahora que soy 5, ahora que puedo ver la muerte en los campos» (p. 8). Continúa. «Pero cuando 6, quizá 7, no lo sabíamos. La hierba se vio pisoteada, la roca, el agua, el empozamiento, la mirada volteada» (p. 10). Sabemos entonces que es a propósito del tiempo. Que, sobre todo, la incógnita es el plano específico que nos moviliza: ¿los números son edades, veces de un mismo intento, una acumulación? ¿o cada número tiene un lugar específico, una propia importancia?
Así, en el libro van apareciendo nuevas pistas para seguir perdiéndonos. Por ejemplo, el uso del dispositivo autobiográfico, con la respectiva ambivalencia entre el registro documental y la posible ficcionalización de los recuerdos. Cito del quinto poema, versos que bien podrían haber sido sacados de un manual de psicología: «Los primeros 20 días son los más críticos / comienza a caminar entre 9 y 12 meses / a mentir a los 3 años» (p. 11). El poema se llama: «Anécdota de la única memoria que tengo».
A mentir a los 3 años. En efecto, ¿es posible registrar la mismísima primera vez que mentiste, que puramente mentiste, la verdadera primera vez, o es que solo se recuerda una anécdota, la vez número x, cuando el acto de mentir ya es una práctica recurrente, instaurada? Surge una maravillosa obviedad que cito de C.D Wright que cita de Charles Olson y así: uno hace lo que uno sabe antes de que uno sepa lo que está haciendo.
¿Es acaso la escritura el registro posible de la vida de alguien? La palabra anécdota, una de las obsesiones del libro. Originalmente en griego anécdota quiere decir algo inédito. Algo nuevo y desconocido que lleva en sí la connotación de un futuro necesario, en que será amplificado para darse a conocer a un público, a otro. En La escritura quedó aquí, el concepto anécdota marca la diferencia con la historia como discurso homogéneo, de aquel de la anécdota, como fragmento. ¿Cuál es la predestinación del fragmento ahora? ¿Qué sucederá a lo inédito al ser amplificado, codificado?
Braulio P. se detiene orgánicamente, como la rama que solo pasa por el medio, entre la negación de una poética de puntos fijos y la amplificación desmedida de la naturaleza del fragmento. Nos presenta ciertos mecanismos de amplificación, como diría el autor, del «boom más allá del papel que sin embargo resta» (p.13): los movimientos de cámara a menudo citadas, por ejemplo. Intentos de que la escritura vuelva sobre sí misma, en un verso-ojo: «la cámara se mueve al ras del piso, entra en el lago, / casi tocando la superficie del agua avanza/… en el ojo de la cámara / alguna sustancia se disuelve en ella» (p.11). Podría extenderse el boom de la cámara (verso-ojo) al micrófono (verso-boca) a la máscara (verso-rostro), como una forma de escritura frondosa en donde se alude a una instancia de lo real fuera de sí. ¿Cuál es el fin de dicha amplificación/proyección? ¿Qué obtiene? ¿Es la escritura un artefacto amplificador que permite entrar y salir de sí mismo?
Algunos poemas de este libro tienen una vinculación peculiar con la física: con la velocidad de un Ford versus la velocidad de la luz, el contraste entre escalas micro versus macro que conviven. Escalas cósmicas: entre plano mayor y menor. Y seguramente no fue adrede, que algunos poemas tienen un vínculo con sensaciones motrices. Corporalidad en poesía. Sensaciones corpóreas en imagen como en estos versos: «hay un impulso que nos llama del futuro y una raíz que viene de atrás. Solo puedes entender esos cambios o esas maneras sucesivas de ser o de estar si es que algo tira de ti. Yo diría que desde adelante, pero que está conectado con el principio, con el atrás» (p. 22). Vemos que piensa en su movimiento, negado, vuelto para atrás. Es la sucesión literal de un movimiento quieto. Excusas perfectas y preciosas en danza, pretextos perfectos para comenzar a escribir. Se dibuja la imagen de un cuerpo en un espacio vacío que no sabe cómo moverse porque no es posible registrar la parte exacta del cuerpo que recorrió qué coordenadas exactas del espacio.
En el mismo sentido, cito partes de mi poema favorito (y quizá poema central) del libro, «Anécdota imagen mar madre»: «la ingravidez de mover los pies y no encontrar tierra / contra la cual el impulso surta efecto» […] «esta es la imagen que tengo del mundo / intento acercarme a una imagen / del paisaje que nunca podré alcanzar / porque el piso bajo mis pies se ha esfumado de pronto» (p.20). La ingravidez, ¿acaso lo más cercano al vuelo que tenemos? Algo que parecía soñado, luego indeterminado: ni agua ni aire, ni tierra ni techo de cartón. Ahora jugando a las posibilidades de la rama del medio: jugar a dar la espalda, caminar para atrás, recordando siempre que si no usas el lenguaje estás siendo usado por él. Este libro, La escritura quedó aquí, nos abre las puertas amablemente / advirtiendo que no sacaremos de aquí la ganancia que buscábamos, ninguna entrada a ningún club.